Siempre que hablamos del proceso de edición en nuestros proyectos o trabajos fotográficos, entramos en un estado que bien podría definirse como catatónico.
© Lucas Garra. Todos los derechos reservados
(Fotografía descartada durante el proceso de edición de ‘Silencio’)
El término ‘edición’ toma diferente significado para unos u otros. En mi caso, denomino edición al proceso de selección de imágenes, a la criba, a separar el grano de la paja, «a sacrificar unas hijas por otras»
Para otros ese término lo relacionan con el proceso de revelado o ajustes de color, brillo, etc. Yo a este proceso lo denomino postproducción.
El término elegido en sí no es significativo mientras entendamos que estoy hablando del proceso fotográfico de discriminar, apartar, abandonar a lo que muchas veces llamamos nuestra queridas «hijas». Muchas de esas fotografías quedan condenadas al cajón o la carpeta que con tanta originalidad llamamos: «Descartadas», «No tan buenas» o «¡Que no las vea nadie, por Dios!»
Por otro lado hay otras «hijas» que tienen cualidades lo suficientemente importantes como para destacar pero que finalmente son descartadas por diferentes motivos.
¡Y cómo duele ese proceso! Te las has currado igual o más que las «Elegidas para la gloria». Las has pensado, trabajado y mimado con el mismo cariño que a las demás pero que por culpa del propio tema o proyecto, la ligera variación en la composición, una exposición menos acertada, la falta de estímulo emocional, un pelo que se ha cruzado por delante del objetivo (la próxima vez te haces una coleta), la jodida correa de la cámara (si la llevaras al cuello no te pasaba) o que el protagonista cambió su posición o su expresión (sé más rápido), han quedado relegadas por otras que a nuestro criterio merecían más la pena. Las niñas bonitas.
© Lucas Garra. Todos los derechos reservados
(Fotografía descartada durante el proceso de edición de ‘Silencio’)
En otras ocasiones el motivo es más una cuestión de cantidad que de calidad. Es decir, no todas tienen cabida en un determinado soporte: Léase sala de exposiciones, libro, calendario, fancine…
El criterio para la edición, es tan relativo como el propio hecho en sí. ¿Por qué el espacio o el soporte ha de ser un problema para el fotógrafo?
Unos dícen que menos es más, otros que el tamaño es importante lo que reduce el espacio, otros que prima la historia por encima de la cantidad.
Sea cual sea el modo o los criterios que usemos para realizar nuestra edición, selección, hay una que encabeza mi proceso y es que en el conjunto del trabajo hay que evitar, en la medida de lo posible, la repetición de escenas, entornos o personajes.
Esto no siempre se cumple porque hay muchos factores que afectan al propio proceso. Si tomamos como ejemplo una secuencia fotográfica de un hecho noticioso es muy probable que interese presentar la secuencia completa de 5 o 10 fotografías lo que facilita el proceso de edición.
© Lucas Garra. Todos los derechos reservados
(Fotografía descartada durante el proceso de edición de ‘Silencio’)
Si es una fotografía que inicialmente se presentará de forma independiente, como suele ocurrir habitualmente en la fotografía urbana, el proceso puede ser más arduo. Esto tampoco son matemáticas así que también es muy probable que sólo tengas una toma de ese momento callejero y que no haya ni que dudar. Lo más probable es que tenga que ir directamente a la papelera.
Sin embargo si se trata de un trabajo amplio donde se han acumulado 1000, 2000 ó 5000 fotografías, si repites imágenes similares en la edición final, además de decirte la cariñosa frase «ya te vale!!», te vas a enfrentar a un serio problema, tener que elegir entre hermanas mellizas. Y ante esa situación cualquier padre entraría en un proceso de implosión del espacio-tiempo que no lo arregla ni Doc ni Marty McFly.
La solución, crearse un blog con un nombre raro, si es en inglés mejor que así los buscadores lo indexan a lo grande y meter ahí a esas «hijas» que si bien no son la niña bonita, joder, tampoco son para tenerlas escondidas ¿no? 😉
Saludos. Nos vemos por las calles